Hace apenas un siglo parecía impensable que el ser humano pudiera llegar a tener al alcance de la mano tantas alternativas de movilidad personal que ayudasen al enriquecimiento de su autonomía e independencia, como individuo de una sociedad en constante progreso.
Fue en el año 1889 cuando un empresario textil de origen catalán, llamado Francesc Bonet, escribía las primeras líneas de esta historia, patentando y fabricando un triciclo para un uso exclusivamente personal. A este, le siguieron otros nombres como Emilio de la Cuadra, José María Castro, Wifredo Ricart o el inigualable Henry Ford, quienes, con su esfuerzo y métodos de trabajo, lograron que nosotros, como ciudadanos, tengamos plena voluntad para movernos libremente dónde y cuándo queramos.
Es innegable el papel que la movilidad ha jugado, juega y jugará en nuestra sociedad, símbolo clave de progreso industrial y social. La época dorada de la Segunda Revolución Industrial, un siglo XXI marcado por las sobresalientes nuevas tecnologías… todo ha dado pie a otro hito: un cambio patente de nuestras ciudades. Un cambio de paradigma en el que la movilidad se posiciona como una pieza necesaria y clave para muchos en su día a día, imperiosa para acceder a lugares de trabajo o servicios esenciales como educación o sanidad.
Y cuando parecía que las aguas habían vuelto a su cauce, surge un nuevo reto: el impacto medioambiental y el compromiso por reducir las cifras de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera. Un reto en plena ebullición y necesario. De hecho, esta misma semana Madrid será el epicentro mundial de discusión. Llega el Global Mobility Call, gran cita que construirá el nuevo ecosistema de la movilidad sostenible, que reunirá a profesionales, expertos y líderes internacionales, no solo para debatir, sino también para poner en valor el papel de España y posicionarla como referente internacional del sector y convertirla en foco principal de inversión.
Es precisamente ahora, en el camino al cumplimiento del desafío europeo de ‘emisiones cero’ para 2050, cuando España tiene la necesidad, como país, de definir su modelo de movilidad. Un modelo propio que, sin basarse en prohibiciones, garantice una transición progresiva hacia la descarbonización. Un modelo edificado sin temores ni temblores y, por supuesto, sin que otros países nos marquen como ha de ser nuestra movilidad. Debemos cumplir nuestro reto común, la descarbonización, pero con la mirada puesta en nuestro país, en nuestras propias necesidades sociales y en las preocupaciones e inquietudes de nuestros ciudadanos. Por ello, resulta inapelable erigir un modelo con propuestas inherentes a nuestro yo como sociedad, adaptadas a nuestra economía, geografía y particularidades territoriales, así como a nuestros usos y actividades —desde la agrícola hasta la turística—. La automoción supone un claro motor económico para España y el peso industrial que representa es irrefutable —empleamos a cerca del 9% de la población activa y representamos el 10% del PIB nacional—. Y esto, lo debemos valorizar y recordar al definir nuestro modelo.
El pasado año, las principales asociaciones del sector español de la automoción y la movilidad decidimos unirnos en NEUTRAL IN MOTION, un foro para avanzar juntos en el camino hacia la automoción y la movilidad del futuro. Un futuro en pro de ese modelo de movilidad sostenible. Un futuro que debemos divisar desde un horizonte marcado por la inclusividad, la multimodalidad, la neutralidad tecnológica y modal y la necesaria y urgente renovación de un parque que no para de envejecer.
En este escenario lo deseable será optar por un modelo circular, donde el protagonista central sea el ciudadano y este sea el libre decisor de su propia movilidad. Es primordial que el consumidor sea un agente activo y decisor en este proceso. El ciudadano, y la empresa, deben tener a su disposición un modelo multimodal, en el que convivan autobuses, camiones, coches, motos, bicicletas, patinetes y distintos modos de transporte, todos ellos crecientemente descarbonizados, pero, también, en sintonía con nuestra realidad económica y social. Sin duda, este modelo debe resistir dentro de un marco que no fragmente nuestro actual derecho a la movilidad y que permita alcanzar nuestras ambiciones y compromisos en cuanto a emisiones.
Este modelo no debe dejar atrás a nadie, ni imponer visiones unilaterales que difícilmente se adapten a las distintas necesidades y condiciones económicas, sociales y territoriales de los usuarios de la movilidad. Porque descarbonizar es algo distinto a imponer una visión única de la nueva movilidad, porque en el camino a la descarbonización España debe respetar un ritmo, pero hay muchos modos de llegar a cumplirlo.
Es necesario abrir ese debate de la nueva movilidad y de cuál es el modelo que más le conviene a nuestro país, a nuestras empresas y nuestros ciudadanos. Porque, aunque como país compartamos y cumplamos los mismos objetivos de descarbonización, ni somos todos iguales ni todos tenemos los mismos intereses ni necesidades. Por eso es esencial que aunemos esfuerzos y creemos una visión integrada y consensuada como sector, con las instituciones y con toda la sociedad, para crear ese necesario nuevo modelo de movilidad a la española.
Círculo Neutral in Motion